LOS ADVENTISTAS

LOS ADVENTISTAS

¿QUIÉNES SON?

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, está establecida en los cinco continentes (204 países de las 229 países y áreas reconocidas por las Naciones Unidas), siguiendo la instrucción de Jesucristo a sus discípulos, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”, se considera una iglesia universal que no quiere circunscribir su actuación a determinadas zonas del mundo. Las 310 lenguas en las que publica literatura, y si se incluye la lengua hablada, las 803 lenguas y dialectos, en los que proclama el evangelio, lo confirman.

Por su reconocimiento de Jesucristo como el único Mediador y Salvador y la Biblia como única regla infalible de fe, por su aceptación de la salvación sólo por gracia y sólo por fe, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, se inscribe, dentro del conjunto de iglesias cristianas históricas, en el tronco de los grupos religiosos herederos de la Reforma del siglo XVI.

En el tiempo presente, dentro del cristianismo, la Iglesia Adventista del Séptimo día, se presenta como un movimiento integrador de la fe apostólica, con la misión de despertar las conciencias de los hombres a la promesa de nuestro Señor Jesucristo de que el momento de su segundo advenimiento está cercano. Ésta es una de sus características fundamentales y de la que toma su nombre, por la trascendencia que dicho acontecimiento tiene para la historia del hombre.
En todas sus actividades religiosas sigue como modelo a Jesucristo y ofrece una acción salvadora en aspectos médicos, asistenciales y educativos. Esta triple acción responde al concepto evangélico del ministerio de Jesucristo, quien predicaba, sanaba y educaba.

La presencia y testimonio de la comunidad adventista, en medio de una sociedad cada día más materializada, aporta un triunfo de la dimensión trascendente sobre ese bombardeo incesante de secularización al que nos tiene habituados la vida moderna. Representa, así mismo, una comunidad de servicio y de amor, de interés y de corresponsabilidad por el mundo sufriente, por el prójimo desvalido o menesteroso.

Seminario de Salud en Coyhaique (Chile)

 http://www.elpatagondomingo.cl/?p=31315

La solidaridad de los adventistas con las víctimas de las contingencias dolorosas de este mundo, no es un tópico teórico, es un programa de acción organizado que procura mitigar el dolor, aportar apoyo y soluciones a los marginados, romper las cadenas del vicio y educar. Pero la acción social de los adventistas no se plantea como una ruptura de estructuras, sino a través de una transformación personal efectiva, que incida en un mejoramiento general de la sociedad. Esta página, a través de los textos y de las imágenes, quiere ser una síntesis de la fe de una comunidad universal de creyentes que hacen de Dios el centro trascendente de su vida y de sus semejantes el objeto de su amor, solidaridad y servicio.
TOMADO DE
http://www.adventistas.cl/index.php/nosotros/quienes-somos 



 Historia


Guillermo Miller
Guillermo Miller
En apenas un siglo y medio la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha crecido de un puñado de personas, que diligentemente estudiaron la Biblia en búsqueda de la verdad, para una comunidad mundial de mas de ocho millones de miembros y, otros millones, que consideran la Iglesia Adventista su hogar espiritual.

Doctrinariamente, los Adventistas del Séptimo Día son herederos del supradenominacional movimiento Milleriano de la década de 1840. Aunque el nombre “Adventista del Séptimo Día” haya sido escogido en 1860, la denominación no fue oficialmente organizada hasta el 21 de mayo de 1863, cuando el movimiento incluía cerca de 125 Iglesias y 3.500 miembros.

Entre 1831 y 1844, Guillermo (William) Miller - 
un predicador Bautista y ex-capitán de Ejército de la Guerra de 1812 - lanzo el grande despertar del segundo advenimiento, el cual eventualmente se dispersó a través de la mayoría del mundo cristiano. Basado en su estudio de la profecía de Daniel 8:14, Miller calculo que Jesús podría retornar a Tierra el 22 de octubre de 1844. Cuando Jesús no apareció los seguidores de Miller experimentaron lo que se vino a llamar “El Gran Chasco”. La mayoría de los millares que se habían juntado al movimiento, salio en profunda desilusión. Unos pocos no en tanto, regresaron para sus Bíblias para descubrir porque ellos fueron decepcionados. Luego ellos concluyeron que la fecha del 22 de octubre era correcta, pero que Miller había predicho el evento errado para aquel día. Ellos se convencieron de que la profecía bíblica preveía no el retorno de Jesús a la Tierra en 1844, pero que El comenzaría en aquella fecha un ministerio especial en el cielo para Sus seguidores. Así, ellos continuaron a esperar por el breve retorno de Jesús, como hacen los Adventistas del Séptimo Día aun hoy.

Santiago White
Santi
De este pequeño grupo que se rehusó a desistir después del gran Chasco, surgieron varios líderes que construyeron la base de lo que vendría a ser la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se destacan dentro de estos líderes una pareja joven – Santiago y Elena White - y un capitán de navío jubilado, Jose Bates.
Este pequeño núcleo de “adventistas” comenzó a crecer - principalmente en los estados de la Nueva Inglaterra en la América del Norte - adonde el movimiento de Miller había comenzado. Elena White, apenas una adolescente en la época del gran Chasco, se desenvolvió en una dotada escritora, oradora y administradora, tornandose,y permaneciendo, la consejera espiritual de confianza de la familia Adventista por mas de 70 años hasta su muerte en 1915. Los primeros adventistas vinieron a creer - como los Adventistas desde entonces - que ella disfruto de la dirección especial de Dios mientras ella escribía sus consejos para el creciente grupo de creyentes.
Hellen de White
Ellen de White

En 1860, en Battle Creek, Michigan, EUA, un puñado de congregaciones de Adventistas escogieron el nombre Adventista del Séptimo Dia y en 1863 organizaron formalmente el cuerpo de la Iglesia con un número de 3.500 miembros. En el principio, la actuación fue en gran parte limitada en América del Norte, hasta 1874 cuando el primer misionero de la Iglesia John Nevins Andrews, fue enviado para Suiza. La obra en África fue iniciada tímidamente en 1879 cuando Dr. H. P. Ribton, un reciente converso en Italia, se cambio para Egipto y abrió una escuela, pero el proyecto termino cuando tumultos comenzaron a surgir en los barrios. El primer pais cristiano no protestante en recibir la iglesia fue Rusia, adonde un ministro adventista fue enviado en 1886. Misioneros adventistas entraron por primera vez en países no cristianos en 1894- Costa Dorada (Gana), oeste de África, y Matalbeleland, África del Sur. En el mismo año misioneros vinieron a América del Sur, y en 1896 había representantes en Japón. La iglesia hoy tiene actuación establecida en 209 países.

José Bates
José Bates

La publicación y distribución de literaturas fueron los principales factores en el crecimiento del movimiento del Advenimiento. La ‘Advent Review' y el ‘Sabbath Herald' (hoy ‘Adventist Review'), órgano general de comunicación de la Iglesia, fueron lanzados en Paris, Maine, en 1850; el ‘Youth's Instructor' en Rochester, Nueva York, en 1852; y el ‘Signs of the Times' en Oakland, Califórnia, en 1874. La primera Casa Publicadora denominacional en Battle Creek, Michigan, comenzó a operar en 1855 y fue debidamente incorporada en 1861 con el nombre de Asociación de Publicación Adventista del Séptimo Día.
John Andrews
John Andrews

El Instituto de Reforma de la Salud, conocido mas tarde como Sanatorio Battle Creek, abrio sus puertas en 1866, y la obra de la sociedad misionera fue establecida a nivel estatal en 1872, y 1877 vio la formación de las Asociaciones de las Escuelas Sabáticas en todo el Estado. En 1903, la sede de la denominación se cambio de Battle Creek, Michigan, para Washington, D.C., y en 1989 para Silver Spring, Maryland, a donde ella continua a formar el nervio central del trabajo siempre en expansión.


TOMADO DE:
http://www.adventistas.cl/index.php/nosotros/historia



HEREDEROS DEL CHASCO DE 1844

Guillermo Miller
Al abrir nuevos grupos e iglesias en diferentes lugares, he estado en tiempos recientes, teniendo que contactar diferentes iglesias y pastores de otras denominaciones. Algunas congregaciones me llamaron la atención, como por ejemplo, las Unitarias Universalistas, originalmente dos iglesias diferentes que se unieron a mediados del S. XX para buscar paliar la crisis por la que estaban pasando. Su origen unitario lo hacen partir de Arrio quien negó la divinidad de Jesús, y de Miguel Servet, el primer mártir unitario según ellos, que murió quemado en la hoguera bajo la Reforma en Ginebra. Su origen universalista los liga a la convicción de que, si Dios es amor, entonces no puede estar castigando cruel y eternamente a la gente en el infierno. Por consiguiente, en el fin de los tiempos, la salvación será universal sin ninguno que se pierda. En la actualidad aceptan en su congregación no sólo cristianos sino también no cristianos, ya que esa es la única manera de justificar el término universalista. Son grandes defensores de los derechos del hombre y de la libertad de conciencia, ya que aceptan en su congregación a lesbianas, homosexuales y gente con todo tipo de conducta sexual extravagante.
A pesar de que lo que primero que quisieron saber de los adventistas para compartir su iglesia era nuestra posición con respecto a la libertad religiosa, no se pudo concretar nada con ellos. [De paso, se opusieron fenomenalmente a la elección de Alito, el abogado católico, como jefe supremo de justicia como el mayor peligro de la libertad religiosa para este país]. El edificio que tenían no era suficientemente amplio como para albergar dos iglesias.
MÁS...
http://apologeticadventista.blogspot.com/2011/11/herederos-del-chasco-de-1844.html 

  

ORIGENES

La Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió del fervor religioso del siglo XIX

Nota del editor: Esta es la primera entrega de una serie de artículos históricos publicados este año, al cumplirse el 150° aniversario de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Cuando el predicador bautista Guillermo Miller dijo que Jesús regresaría el 22 de octubre de 1844, muchos estadounidenses no solo se sorprendieron de que hubiera fijado una fecha. La idea de que Cristo regresaría literalmente era en sí misma una propuesta radical.





Para el siglo XIX, la mayoría de las iglesias establecidas estaban predicando que la Segunda Venida era más un mito que una realidad, y más humana que divina. Los líderes religiosos enseñaban que una “segunda venida” metafórica simbolizaba el surgimiento de una nueva generación con responsabilidad social.
A pesar de ello, la creencia millerita en una segunda venida literal de Cristo —junto con nuevas comprensiones proféticas, el sábado y el estado de los muertos— mostrarían ser fundamentales. Estas doctrinas clave llegarían a ser el ancla del movimiento adventista temprano en medio de un clima de agitación religiosa.
A comienzos del siglo XIX, el noreste de los Estados Unidos era una fuente de reavivamientos. El así llamado “Segundo Gran Despertar” inició movimientos como el de la Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo, los mormones tempranos, los precursores de los Testigos de Jehová, los milleritas y una hueste de grupos excéntricos. En efecto, el norte del estado de Nueva York fue denominado “el distrito quemado”, para referirse al hecho de que los evangelistas habían agotado el número de incrédulos en la región.
En este marco, los milleritas soportaron el Gran Chasco, ese momento en que el grupo, con gran expectativa pero sin éxito, aguardó el regreso de Cristo. Con lo que el historiador adventista George Knight denomina la “certeza matemática de la fe” hecha añicos, muchos milleritas abandonaron el movimiento.
Los que permanecieron quedaron divididos por el significado del 22 de octubre. Algunos afirmaron que la fecha era totalmente incorrecta. Otros dijeron que Cristo había regresado, pero solo en un sentido espiritual e ilusorio. Un tercer grupo —los futuros líderes de los primeros adventistas del séptimo día— llegaron a convencerse de que la fecha era la correcta, pero el evento no.




Reanimados por esta posibilidad, se reagruparon y regresaron a las Escrituras, determinados a descubrir la verdad. Así llegaron a la conclusión de que en lugar de regresar a la Tierra el 22 de octubre, Jesús había comenzado la última fase de su ministerio expiatorio en el santuario celestial.
Una joven metodista llamada Elena Harmon (más tarde White) brindó credibilidad profética a esta interpretación. La visión que tuvo en diciembre de 1844, en la que vio “una senda derecha y estrecha” hacia el cielo confirmó que esa profecía se había cumplido en efecto el 22 de octubre, y motivó el enfoque central en Cristo que tiene la  denominación.

El historiador adventista se siente asombrado por la capacidad de los milleritas de trascender un mensaje inicial “espectacularmente equivocado”. Aunque afirma que es verdad que los movimientos apocalípticos a menudo suelen conservar algunos de sus seguidores aun cuando sus ideas son “refutadas abiertamente”, estos “no constituyen la clase de persona que llegan a fundar una iglesia demasiado exitosa. Los adventistas así lo hicieron: eso no prueba que Dios está de nuestro lado, pero prueba que contamos con líderes inteligentes y racionales”.
Acaso más revelador resulta la creencia de la Iglesia Adventista de que Dios estaba detrás de los eventos, dice Trim. “Creo que los primeros adventistas tenían un sólido llamado de parte del Espíritu Santo. Es un pensamiento terriblemente pasado de moda, pero yo creo que nuestra iglesia fue llamada a la existencia en ese momento con un propósito”, dice.
También demostró un sincero deseo de conocer la verdad bíblica, dice. “Esto es lo que los sostuvo cuando todos los demás milleritas fueron por caminos excéntricos o por sendas comunes y sumamente cautelosas”, dice Trim.
Para los primeros creyentes adventistas, la así llamada “verdad presente” era dinámica. Y en efecto, los pocos cientos de adventistas sabatistas de la década de 1840 llegaron a ser unos tres mil en 1863 cuando se organizó oficialmente la Iglesia Adventista, y en esos años, sus comprensiones proféticas pasaron por cambios no menos asombrosos.
En un comienzo, pioneros tales como Jaime White se mostraron fervientes en su llamado a “salir de Babilonia”. En un primer momento, este era un mensaje para dejar la religión organizada y regresar a la simplicidad del evangelio.





Esto no sorprende a los historiadores religiosos, que han observado que cada pocas generaciones, la gente se siente impulsada a regresar a los fundamentos de su fe. En efecto, esta tendencia fue la que impulsó el Segundo Gran Despertar.
Sin embargo, lo asombroso, dice Trim, es el giro que tuvo White a medida que se expandía el movimiento. Para 1859, Jaime había llegado a creer que el llamado a “salir de Babilonia” significaba en realidad abandonar la desorganización y aceptar la estructura eclesiástica.

“Esto por supuesto se adapta muy bien al hecho de que Babilonia deriva de Babel (o confusión) y que White dice que el llamado a salir de Babilonia en realidad busca abandonar toda esta corriente de fervor religioso caótica e increíblemente entusiasta y terminar en algo un poco más organizado. De manera que el significado de “salir de Babilonia” sufre un gran giro y cambia por completo”, dice Trim.
No obstante, al pasar a la estructura de la iglesia, los primeros adventistas no perdieron su celo inicial. Por el contrario, lograron encontrar un equilibrio entre el radicalismo que invadía gran parte de las expresiones religiosas de mediados del siglo XIX y el conservadurismo que le siguió. Es un equilibrio que la Iglesia Adventista mantiene aún hoy, dice Trim, y dice que tiene sus raíces en la vieja tensión entre el espíritu y el orden, que se remonta a la iglesia medieval primitiva.
“Necesitamos el espíritu porque el orden se vuelve formal y osificado y jerárquico, pero también es necesario el orden porque el espíritu se vuelve caótico y se destruye a sí mismo”, dice.
La pionera adventista Elena White fue esencial a la hora de preservar este equilibrio. Mediante el don profético, Trim dice que White estuvo en un lugar ideal para temperar las inevitables riñas entre los primeros líderes adventistas, como por ejemplo su esposo Jaime, José Bates, Urías Smith, John N. Andrews, George Butler, y otros. Todos ellos eran “individuos de increíble poder y motivación individual”, personalidades que son necesarias para impulsar un movimiento localizado hasta convertirlo en una iglesia global, dice.
Si bien a algunos estudiantes de la historia de la iglesia les podría resultar “desconcertante” la tensión entre los principales líderes, Trim dice que el movimiento adventista temprano es único porque permaneció unido en un clima en el que la mayoría de los grupos religiosos mostraban la tendencia a dividirse, a seguir a un líder carismático, o a directamente disolverse. A pesar de los desacuerdos, los adventistas se agruparon en último término detrás de la verdad bíblica, lo que fue logrado por medio de la oración y el estudio de la Biblia o revelado mediante la profecía.
“Estos hombres están completamente convencidos de que [Elena White] es la mensajera de Dios. Si ella dice: ‘Se me ha mostrado esto’, ellos lo aceptan aun cuando en un comienzo no les guste lo revelado”, dice Trim.
“Están muy listos a debatir, y lo hacen en términos muy directos, pero también se muestran muy rápidos para perdonar y no guardan rencores”, dice Trim. “Muestran una apertura que haríamos bien en imitar”.





Puede que para los adventistas del séptimo día modernos, los pioneros adventistas les resulten peculiares. Algunos no creían en la Trinidad o en la persona del Espíritu Santo, y pensaban que Cristo era un ser creado. Muchos observaban el sábado de las 18.00 del viernes hasta las 18.00 del sábado, sin fijarse en los horarios de la puesta de sol. Tampoco tenían problema alguno en consumir carnes de animales impuros. Todo esto, sin embargo, habría de cambiar en las siguientes décadas.
Lo que los adventistas actuales podrían reconocer probablemente en sus antepasados es la convicción. En el sábado, la segunda venida, el santuario y otras creencias fundamentales, los primeros adventistas creían que habían descubierto lo que Trim denomina una “clave” para desatar todo el conjunto de verdades bíblicas.
“Se dan cuenta de que todas estas doctrinas están diciendo lo mismo sobre Dios. Todas están apuntando en la misma dirección, y es por ello que los primeros adventistas se sienten impulsados a ponerse de su lado”.
“Esta preocupación por la verdad resulta inspiradora”, dice.

Fuente: ANN 

TOMADO DE: 
http://elrincondelteologo.blogspot.com/2013/02/la-iglesia-adventista-del-septimo-dia.html 


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