domingo, 23 de marzo de 2014

LA LLUVIA TARDÍA

Muchos agricultores dependen de la lluvia para que sus semillas germinen, crezcan y luego maduren. Cuando la sequía asola las comunidades, aún los mas incrédulos adoptan actitudes religiosas para invocar la lluvia tan esperada. 
"En el oriente la primera lluvia caía en el tiempo de la siembra. Esta es necesaria para que// la semilla germine. Bajo la influencia de los aguaceros fertilizantes, surgen los brotes tiernos. La lluvia tardía, al caer cerca del fin de la estación, madura el grano, y lo prepara para la siega. El Señor emplea estas operaciones de la naturaleza para representar la obra del Espíritu Santo. Como el rocío y la lluvia son dados en primer lugar para hacer que la semilla germine, y luego para madurar la cosecha, así el Espíritu Santo es dado para llevar adelante, de una etapa a otra, el proceso de crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Por el poder del Espíritu Santo la imagen moral de Dios ha de ser perfeccionada en el carácter. Hemos de ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo" (TM, 514-515).

Desde que Jesús ascendió al cielo, el Espíritu Santo ha desempeñado su papel de gran Capitán del ejército de Dios en la tierra. A través de los años, su poder ha resistido los embates del enemigo fortaleciendo a los fieles de todos los tiempos y preservando la verdad en medio de las tinieblas espirituales. A medida que se acerca el fin del gran conflicto, el gran Capitán se manifiesta en su plenitud. La presencia del Espíritu en el campo de batalla, es la garantía del triunfo para el pueblo de Dios. "Pongan a un lado los cristianos sus disensiones y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición, y la recibirán. El derramamiento del Espíritu en los días apostólicos fue la ‘lluvia temprana’ y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia ‘tardía’ será más abundante. Todos los que consagran su alma, cuerpo y espíritu a Dios, recibirán constantemente una nueva medida de fuerza físicas y mentales. Las inagotables provisiones del Cielo están a su disposición. Cristo les da el aliento de su propio espíritu, la vida de su propia vida. El Espíritu Santo despliega sus más altas energías para obrar en el corazón y la mente. La gracia de Dios amplía y multiplica sus facultades y toda perfección de la naturaleza divina auxilia en la obra de salvar almas. Por la cooperación con Cristo, son completos en él, y en su debilidad humana son habilitados para hacer las obras de la Omnipotencia" (DTG, 767-768). 

La lluvia tardía es uno de los eventos de mayor trascendencia antes del fin del tiempo de gracia. Prepara al pueblo de Dios para hacer frente al tiempo de angustia. "Esta obra será semejante la que se realizó en el día de Pentecostés. Como la ‘lluvia temprana’ fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la ‘lluvia tardía’ será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha" (CS, 669) "Podemos haber tenido una medida del Espíritu de Dios, pero por la oración y la fe continuamente hemos de tratar de conseguir más del Espíritu. No debemos nunca cesar en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no nos colocamos en la actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad descansará a nuestra propia puerta" (TM. 517). 

La lluvia tardía, una promesa condicional
"Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones...No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo ‘así el querer como el hacer, por su buena voluntad’. Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla" (DTG, 626). 
La primera condición para disfrutar de la promesa consiste en que el agente humano renuncie a su voluntad para someterse a la voluntad de Dios. "Cuando uno ha quedado completamente despojado del yo, solo cuando todo falso Dios es excluido del alma, el vacío es llenado por el influjo del espíritu de Cristo" (O.E., 304). Y ante tal desafío es conveniente recordar que "ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo; solo podemos consentir que Cristo haga esta obra. Entonces el lenguaje del//alma será, Señor, toma mi corazón, porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, mantenlo puro, porque yo no puedo mantenerlo para ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi alma" (PVGM, 123-124). 

El don es para quienes no se conforman con el conocimiento de la verdad sino que permiten que dicha verdad se manifieste en su vida práctica. Es para los que se comprometen a hacer progresar la obra de Dios. No se ofrecerá "hasta que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos hayamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu; pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios" (SC, 314). 

El Espíritu es otorgado en respuesta a la oración fervorosa y perseverante del pueblo. "¿Por qué no tener hambre y sed del don del Espíritu, puesto que es el medio por el cual hemos de recibir poder? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él, y predicamos acerca de él?...Todo obrero debiera solicitar a Dios el bautismo del Espíritu" (JT 3:212). 

Recordemos que "si tenéis una sensación de necesidad en el alma, si sentís hambre y sed de justicia, es evidencia de que Cristo esta obrando en vuestro corazón para que lo busquéis a fin de hacer por vosotros, mediante el don de su Espíritu Santo, las cosas que os es imposible hacer por vosotros mismos" (CJ, 156). 

¿Que evidencia más tangible necesitas para creer que en este momento Dios te está otorgando una oportunidad más? ¿Acaso no sientes tu corazón arder dentro de ti? Quisiera pensar que es el momento oportuno para elevar una oración silenciosa, pero sincera. Para reconocer una vez más tu necesidad y expresar tu deseo de verla suplida conforme a la promesa. 

Danos el fuego de tu Espíritu Señor, para que purifique e inspire nuestro caminar! 
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