sábado, 31 de mayo de 2014

EVENTOS FINALES: UNA PERSPECTIVA ADVENTISTA SOBRE LOS TIEMPOS FINALES

Desde edades antiguas el hombre ha buscado con mucho ahínco conocer el futuro. Es un asunto que fascina la mente humana. Saber el qué, el cómo, el dónde y el cuándo de las cosas por venir hechizan su razón y los sume en una profunda admiración por los eventos que aún no han sucedido. 
 
Sin embargo, los corazones que no están en armonía con la voluntad divina no aceptan lo que ya está escrito sino aquello que parece misterioso, buscan algo místico y mítico también. Es decir, si les presentamos las profecías acerca de los eventos finales descritas en la Biblia, entonces, las cuestionan. Argumentan sobre la autenticidad del relato bíblico, sobre su origen, sobre su composición, sobre su forma de trasmisión. De otro lado si les presentas a seudoprofetas que anuncian la destrucción de la tierra ya sea Nostradamus, los aztecas y/o cualquier cultura antigua que tenga algo que decir sobre el futuro son aceptados, pero no es así con la Biblia.

Si de la Biblia se trata, debemos afirmar que ésta es discriminada en todo sentido, por una sola razón: se jacta de ser la palabra de Dios y la regla absoluta para alcanzar salvación. De tener un mensaje actual y preponderante en el mundo en que vivimos. De ser el único libro que tiene profecías cumplidas al pie de la letra. De ser el libro que tiene información concreta y correcta de lo que ha de acontecer en el cercano porvenir.

domingo, 18 de mayo de 2014

EL REMANENTE Y EL ÚLTIMO LLAMADO A LOS MORADORES DE LA TIERRA


Muchos, actualmente, desean ser miembros de la “iglesia verdadera”. El problema es que cada iglesia se califica como tal. Esto ha generado confusión en muchos; a tal punto que varios no quieren saber nada con asuntos religiosos.

Lo interesante, es que Apocalipsis 12 al 14 revela que Dios ha levantado a un pueblo con la verdad presente. A este pueblo o iglesia se lo llama Remanente. Como el anticristo fomentará una falsa adoración, Dios vio necesario tener un pueblo para contrarrestar al enemigo.





¿QUÉ ESTÁ HACIENDO JESÚS AHORA?

por Ramón J. Canals
 

¿Qué estás haciendo, papá? Es la pregunta que muchas veces he escuchado de labios de mis hijos. Incluso mi hijo Gabriel, que ya es una persona adulta, cuando me llama por teléfono me hace la misma pregunta. Pareciera que hay un gran interés de parte de nuestros seres queridos en saber qué estamos haciendo. Cuando estoy de viaje y converso con mi esposa, una de las preguntas que nos hacemos el uno al otro es: “¿Qué estás haciendo, mi amor?”
De igual manera, todo buen cristiano desea saber lo que está haciendo Jesús en el cielo. La mayoría de los cristianos están familiarizados con el Jesús histórico. El Jesús del pasado. Aquel que, como dice la Santa Biblia, vino en el preciso momento, en el cumplimiento del tiempo (Gálatas 4:4). Muchos conocen al Jesús de Galilea, el que nació en Belén de Judea y fue sometido a escarnios y finalmente crucificado. La mayoría de los cristianos sabemos que ese Jesús que nació en Belén y que murió en el Gólgota no quedó en la tumba, sino que resucitó y subió al cielo y se sentó a la diestra de Dios el Padre (S. Marcos 16:19). Muchos saben lo que Jesús hizo. Pero, se ha hecho usted la pregunta: ¿Qué está haciendo ahora Jesús en el cielo? Afortunadamente no necesitamos conjeturar respecto a esta pregunta. La Biblia no nos ha dejado a oscuras en cuanto a la obra de Jesús en la tierra . . . y tampoco en cuanto a la obra que hoy está haciendo en el cielo. La Biblia es muy clara cuando describe el ministerio de Jesús después de su ascensión al cielo (Hebreos 4:14-16).
Las Sagradas Escrituras enfatizan dos aspectos principales del ministerio de Cristo en favor de usted y de mí: Su sacrificio expiatorio y sustitutivo por nuestros pecados en la cruz del Calvario y su obra intercesora en el Santuario celestial. La Biblia usa el simbolismo del Santuario terrenal para presentar la naturaleza del ministerio de Jesús en la tierra y en el cielo. En el Santuario terrenal todo el plan de la salvación estaba expresado en forma de símbolos y tipos. Por eso, el tema de la obra de Cristo en el Santuario celestial merece suma atención. Todo estudiante serio de la Biblia descubrirá en el estudio del santuario no solo el sacrificio de Jesús en forma de símbolos, sino también su ministerio sacerdotal en el Santuario celestial. Todo cristiano que ama a Jesús se interesará en conocer estos aspectos tan vitales del plan de la redención.

SÁBADO BÍBLICO


(heb. shabbâth, "[día de] reposo", "cesación"; shabbâthôn [una variante de shabbâth]; ambas palabras derivan del verbo shâbath, "cesar", "descansar", "guardar el sábado"; gr. sábbaton,"sábado").

El día de reposo semanal, instituido al final de la semana* de la creación y observado por los adoradores de Dios, tanto judíos como cristianos, durante toda la época abarcada por la historia bíblica. Cuando Dios acabó de crear la tierra, "reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" (Gn. 2:1,2). Este "reposo"* no fue consecuencia del cansancio o la fatiga (Is. 40:28), sino del hecho de que la tarea estaba completa y el mundo era perfecto (Gn. 1:31). 
 
Concordaba en todo sentido con su ideal, y le puso fin a su trabajo, porque su obra ya no se podía mejorar. Entonces "bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó" como un monumento recordativo de su obra creadora (2:3). Puesto que "el día de reposo [sábado] fue hecho por causa del hombre" (Mr. 2:27) -es decir, en beneficio del hombre- es lógico llegar a la conclusión de que la bendición divina con que el Creador invistió al 7º día de la semana debía constituir un canal de felicidad para Adán y Eva. Puesto que Dios también lo "santificó" (Gn. 2:3), o lo separó para uso sagrado, podemos estar seguros de que nuestros primeros padres dedicaron esas horas santas a Dios. Que el Creador tenía la intención de que la bendición del sábado fuera para todos los hombres de todos los tiempos, resulta evidente de la declaración de que "fue hecho por causa del hombre" (Mr. 2:27), con el propósito de que éste descansara y lo empleara con motivos santos. De acuerdo con esto, el 7o día es un día de reposo para todos los que reconocen que son descendientes de Adán y Eva, y no sólo para los judíos. En efecto, éstos recién aparecieron muchos siglos después de la creación, y Dios nunca tuvo la intención de que ellos monopolizaran la observancia del sábado. Es evidente que nuestros primeros padres y sus descendientes entendieron el significado del 7º día, porque: 1. Dios no llevó a cabo las obras de la semana de la creación en beneficio propio, sino en favor del hombre. Y puesto que el reposo de Dios en el 7º día no era consecuencia del cansancio, y que ese día formaba parte de la semana de la creación, tal como su nombre lo indica, resulta evidente que la bendición y la santificación del sábado también eran en beneficio del hombre, particularmente para su bien espiritual y moral. 2. Desde los albores de la historia la semana de 7 días ha sido conocida y aceptada como medida de tiempo (Gn. 7:4, 10; 8:10, 12; 29:27). Puesto que su duración no depende de los movimientos de ninguno de los cuerpos celestes, y no hay manera de trazar su origen aparte del relato de la creación que encontramos en Gn. 1 y 2, la aceptación por parte del hombre de la semana de 7 días en aquellas primeras épocas se debe remontar al hecho de que Dios estableció el 7º día de la semana como día de reposo, bendición y santificación. 

EL "SANTO" ROSARIO


Rezo de la Iglesia Católica, en que se conmemoran los 15 misterios de la Virgen Santísima. Según la tradición, la Virgen María entregó el Rosario a Santo Domingo de Guzmán como arma espiritual contra la herejía de los albigenses, que a la sazón causaba estragos en Europa.


Otra tradición piadosa afirma que el rezo del Rosario ayudó a obtener la victoria de Lepanto, en el año 1571. San Pío V le dio gran impulso en los años posteriores y los papas modernos, a partir de León XIII, lo recomiendan insistentemente y estimulan el desarrollo de iniciativas como la "Cruzada del Rosario en familia".

En esencia, el Rosario es la meditación de los quince misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos de la vida de Jesús y de María, divididos en tres grupos de cinco misterios, que corresponden a diversos días de la semana. Los misterios gozosos, relativos a la infancia de Jesús, se rezan los días lunes y jueves; los dolorosos que recuerdan la Pasión, corresponden a los martes y viernes; los gloriosos, relativos a la vida celestial de Jesús y María, a los miércoles, sábados y domingos. A cada misterio corresponde el rezo de un padrenuestro, diez avemarías y un gloriapatri. Cada serie de cinco misterios se cierra con la Salve o Salutación Angélica y las Letanías de la Virgen. Para facilitar el rezo del Rosario, que combina las características de la oración vocal y mental se hace uso de una sarta de cuentas separadas de diez en diez por otras de distinto tamaño, y terminada en una cruz.

LAS SIETE CABEZAS DE LA BESTIA DE APOCALIPSIS 17: ¿SIETE PAPAS?

Por 
Roy E. Graf Maiorov

Es frecuente encontrar en la literatura o audios distribuidos por algunos ministerios disidentes la afirmación de que las siete cabezas de la bestia de Apocalipsis 17 representan a siete papas (siete reyes). Quienes hacen esta afirmación cuentan usualmente a los siete papas a partir de 1929, año en que se firmó el tratado de Letrán entre la así llamada Santa Sede y Benito Mussolini. De esta manera, se pretende que el papado no ha tenido poder político por un lapso de unos 130 años aproximadamente, entre 1798, cuando se produce la “herida de muerte” descripta en Apocalipsis 13:3, y 1929 cuando supuestamente el papado habría recuperado su poder temporal (territorial) y por lo tanto la “herida mortal” habría sido sanada.  
Aunque no es posible aquí destacar todas las debilidades de este punto de vista, sin embargo es necesario señalar ciertas presuposiciones o pretensiones erróneas del mismo.


Las cabezas: ¿reyes o reinos? 
En primer lugar, se presupone que las cabezas deben estar representando “reyes” en el sentido de individuos, o reyes individuales, y no reinos, como afirmado los intérpretes adventistas tradicionalmente. Esta pretensión es difícil de sostener. Primero, está claro que los símbolos que se refieren a reyes en Daniel en realidad representan reinos. Así, por ejemplo, en Daniel 7:17, se dice que las cuatro bestias que aparecen en la visión de ese capítulo representan cuatro reyes; pero de la lectura del v. 23 queda claro que esos “reyes” en realidad son reinos. Es decir que aunque los términos “reyes” y “reinos” son intercambiables, lo son sólo en el sentido de que “reyes” se refiere a “reinos” pero no en el sentido de que “reyes” puede referirse a reyes individuales o reinos a la vez. Otros textos donde también se usa el término “rey” o “reyes” como sinónimos de “reino” o “reinos” son Daniel 2:37-44; 8:21-23. Por otro lado, cabe destacar que las cabezas son utilizadas como símbolo de reinos no sólo en Apocalipsis 17 sino también en Daniel. De la comparación de Daniel 7:6 (donde aparece la tercera bestia semejante a un leopardo con cuatro cabezas) con Daniel 8:22 (“cuatro reinos se levantarán de esta nación”), queda claro que las cabezas del primer pasaje sólo pueden representar reinos y no reyes específicos. A esto hay que adicionar el hecho de que de las siete cabezas se dice que representan “siete montes… y son siete reyes” (17:9-10). La última cláusula explica la primera. Y esto está en total consonancia con la simbología del Antiguo Testamento donde los montes a menudo representan reinos (Daniel 2:44, 45; Jeremías 51:24, 25).     

MÚSICA Y ADORACIÓN


La liturgia adventista está siendo desafiada por los nuevos estilos contemporáneos de adoración. La nueva generación de adventistas sugiere una  actualización de los estilos tradicionales con respecto a la adoración y la liturgia. Surge una interrogante a esta inquietud ¿Podemos como iglesia revisar y contextualizar nuestra liturgia? Si esto es posible ¿qué principios deberían guiar nuestras decisiones al enfrentar estos cambios? 

E.G. de White menciona que “la adoración colectiva enfatiza tanto la trascendencia como la inmanencia de Dios: Dios es grande y Dios está aquí, Dios está por encima de nosotros y Dios está entre nosotros. Los pastores deben llegar a ser especialistas en dirigir las congregaciones a esta experiencia de adoración.”[2], E.G. de White enfatizó la responsabilidad a  los dirigentes de organizar cultos relevantes y dijo que “no obtenemos la centésima parte de la bendición que podríamos obtener de nuestras asambleas para adorar.” [3] 

Importancia de la adoración 
La adoración puede ser definida como “la celebración dramática de Dios en su dignidad suprema, de manera que su ‘dignidad’ se convierta en la norma e inspiración del vivir humano.”[4]  William Nichols reconoce que la adoración es “la actividad suprema y la única indispensable de la iglesia cristiana. Ella sola continuará…en el cielo, cuando todas las otras actividades de la iglesia hayan desaparecido.”[5

La adoración congregacional en la vida individual y comunitaria es un asunto de vital importancia. Los estudios muestran que existe una relación directa entre los cultos inspiradores y el crecimiento de la iglesia. Según Rick Warren la adoración, a la luz de la experiencia del Pentecostés, puede ser un testimonio poderoso para los incrédulos si se siente la presencia de Dios y si el mensaje es comprensible. Además, la experiencia  de adoración es la que provee una motivación para el evangelismo.[6]