Por Jason Hauser.
El
catolicismo romano enseña que el sacerdote tiene el poder de perdonar
los pecados de uno. Esta enseñanza está claramente declarada en el
Concilio de Trento respecto a los sacerdotes: “Ellos perdonan los
pecados, no sólo como embajadores de Jesucristo, sino como los jueces, y
por vía de jurisdicción.”
Esta
enseñanza va a aclara: “Todo aquel que afirma que la absolución
sacramental del sacerdote no es un acto judicial, sino un ministerio
para pronunciar y declarar que los pecados de la parte confesada son
perdonados, sea anatema.”
El
modelo bíblico del perdón es muy diferente. Incluso cuando el
sacerdocio era en efecto lo que vemos en ejemplos como el de David (Sal.
32:5), Daniel (Dan 9:3-19), Nehemías (Nehemías 1:4-11) y Esdras (Ezr.
9: 5-10) donde el pecado se confiesa directamente a Dios, no a un
sacerdote. El pecado es confesado a Dios, porque todo pecado es una
ofensa a Dios. En 1 Juan 3:4 leemos que “Todo el que practica el pecado,
practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción
de la ley.”
En última instancia, el pecado es una transgresión de la ley/ estándar de Dios y por lo tanto, Él es el único que puede perdonar los pecados (Dan 9:9). Esto fue entendido claramente por los fariseos en su respuesta “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Marcos 2:7) después de oír decir a Jesús al paralítico “tus pecados te son perdonados” (Mc 2:5). Jesús señala en el evangelio de Mateo que Él sanó al paralítico, un señal visible de que es más difícil de probar que una señal invisible como sanar los pecados de alguien, de manera “para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mateo 9: 6). En última instancia, todo esto es una demostración de que Jesús es Dios, porque Él tiene el poder de perdonar los pecados.
En última instancia, el pecado es una transgresión de la ley/ estándar de Dios y por lo tanto, Él es el único que puede perdonar los pecados (Dan 9:9). Esto fue entendido claramente por los fariseos en su respuesta “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Marcos 2:7) después de oír decir a Jesús al paralítico “tus pecados te son perdonados” (Mc 2:5). Jesús señala en el evangelio de Mateo que Él sanó al paralítico, un señal visible de que es más difícil de probar que una señal invisible como sanar los pecados de alguien, de manera “para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mateo 9: 6). En última instancia, todo esto es una demostración de que Jesús es Dios, porque Él tiene el poder de perdonar los pecados.