En
Hebreos 8:1, 2 dice que Cristo es ministro del santuario “que erigió el
Señor y no el hombre.” El versículo cinco dice que el santuario del
desierto servía de figura y sombra de las cosas celestiales. Una
comprensión del santuario de Moisés y sus servicios debe ayudarnos a
comprender la función de nuestro sumo sacerdote celestial.
El
santuario de Moisés tuvo tres divisiones: atrio, lugar santo y lugar
santísimo. El atrio representa la obra de Jesús en la tierra como
Mesías. En 1 Juan 5:6 dice que Jesús “vino mediante agua y sangre.” Esto
es una clara alusión al atrio del santuario del desierto. En el atrio
había dos muebles: el altar de sacrificios, hecho de madera de acacia
recubierta de bronce (Ex 37:10-16; 38:1,2) y el lavacro, hecho con los
espejos de bronce de las mujeres (Ex. 38:8). El
bronce nos habla de la humanidad de Jesús. En el lavacro se representa
el inicio de la obra del Mesías. Jesús fue bautizado en el rio Jordán
(Mt. 3:13) y derramó su sangre en el monte Calvario (Mt. 27:33). “Agua y
sangre” marcan el inicio y culminación del ministerio de Jesús como
Mesías en la tierra. El atrio prefiguraba la obra de Jesús en la tierra
durante su primera venida.