por Ramón Canals | Tomado de El Centinela® de Octubre 2007 |
El 29 de Agosto del año 2005 el huracán Katrina arremetió contra la
ciudad de Nueva Orleáns, destruyendo vidas, arrasando hogares y dejando a
miles de personas atrapadas. Con asombro y tristeza vi en las noticias
la historia de un hombre desesperado que lloraba y decía: “Hablé con mi
madre por teléfono, le dije que no se preocupara, que el equipo de
rescate ya iba en camino. Sin embargo, éste nunca llegó hasta donde ella
estaba, y me temo que mi madre se ahogó. Nadie fue a rescatarla”.
¡Qué triste es encontrarnos a punto de perder la vida, esperando que alguien nos rescate... y que nunca llegue!
La Biblia promete un rescate que no fallará. Dos mil años atrás,
Jesús prometió regresar a este mundo y llevarnos a nuestro hogar (ver S.
Juan 14:1-3). Nosotros podemos estar completamente seguros de su
promesa, porque Jesús siempre cumple lo que promete. En realidad la
única razón por la que aún no ha venido es que no quiere que nadie
perezca (2 Pedro 3:9). Por eso nos está dando tiempo, para que nos
preparemos para su pronta venida.
Pensar en el regreso de Jesús nos da consuelo y paz. Nos dice que muy
pronto todo el sufrimiento pasará. Ese anhelo de pronto ver a Jesús
venir en las nubes de los cielos nos llena de esperanza. Esperanza en el
futuro, esperanza en medio del sufrimiento, esperanza en el dolor,
esperanza en la soledad, esperanza en la muerte, esperanza en la
desesperación.
Los hechos del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos
cambiaron para siempre nuestros sentimientos de seguridad e hicieron
tambalear nuestra esperanza de un futuro seguro. Ciertamente las cosas
han cambiado, pero en medio del caos en que vivimos, en medio de la
angustia que millones de familias enfrentan, en medio del miedo, la
depresión, la desesperación y la sensación de desesperanza, la Palabra
de Dios continúa resonando con un poderoso mensaje de esperanza para el
futuro.
El Señor está cerca. No importa lo que suceda en Nueva York,
Pennsylvania, Bagdad o Los Ángeles, Jesús pronto regresará. Regresará
para buscar a quienes estén preparados para su venida, pero es esencial
que aquellos que dicen creer en la segunda venida de Jesús vivan de
acuerdo a sus creencias pues este es el secreto de tal preparación. San
Pedro dice: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no
debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y
apresurándoos para la venida del día de Dios...!” (2 Pedro 3:11-13).
Algunas personas se preocupan por saber la fecha de la segunda
venida. Lo importante no es conocer la ocasión del regreso de Jesús,
sino estar preparados. Necesitamos colocar nuestra vida en armonía con
los principios bíblicos. ¿Pero cómo se logra esto? El apóstol San Pablo
en el capítulo 4 de su carta a los Filipenses nos presenta cinco
exhortaciones, que bien podríamos llamar “los cinco secretos de la vida
de quienes esperan a Jesús”.
Primer secreto: Firmeza
En primer lugar, los que se preparan para la segunda venida de Cristo
deben hacer un voto de firmeza en el Señor. “Por lo tanto, queridos
hermanos míos, a quienes amo y extraño mucho, ustedes que son mi alegría
y mi corona, manténganse así firmes en el Señor” (Filipenses 4:1). Todo
el que empieza la vida cristiana comienza con la intención de
mantenerse firme hasta el fin. Pero tristemente muchos flaquean y caen.
Por eso la Biblia advierte: “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga” (1 Corintios 10:12). Pablo nos anima a estar “firmes en el
Señor”. Este es un llamado a la perseverancia en la fe. Perseverancia
en la iglesia. Perseverancia en el amor a Jesús. Perseverancia en el
amor al prójimo. Perseverancia en el buen hacer.
¿Por qué les está diciendo que se mantengan firmes? “Porque el Señor
está cerca” (Filipenses 4:5). Algunas personas se preocupan de si podrán
estar en pie cuando Jesús regrese. Están preocupadas por su salvación.
Pero cuando usted le entrega su vida a Jesús diariamente, ya no necesita
preocuparse por su salvación. La salvación está asegurada en Jesús. Lo
único que necesita es mantenerse en contacto con él.
Segundo secreto: La unidad
Los que se preparan para recibir al Señor cuando venga en su gloria
buscarán la paz y la unidad con todos. Escribe el apóstol: “Ruego a
Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir en el Señor” (Filipenses
4:2). Evodia y Síntique tenían un problema. No conocemos la naturaleza
del problema, pero era lo suficientemente serio para separar a estas dos
queridas hermanas. Estaban divididas, tenían diferencias entre sí. Y
Pablo les dijo: “Hermanas, esto no puede ser así, por favor reconcilien
sus diferencias en el Señor”.
La Biblia también nos dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad,
sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Cristo les enseñó a
sus discípulos acerca de la unidad. En su oración pastoral en Juan 17
hace un llamado a sus discípulos a ser uno en el Señor.
Hace unos años se celebraban las Olimpíadas Especiales (para personas
con ciertas discapacidades) en Seattle, Washington. Nueve competidores,
todos con algún impedimento físico o mental, se agruparon en la línea
de salida para la carrera de 100 metros. Al oír el disparo, todos
comenzaron a correr; no tan rápido, pero con muchas ganas de terminar y
ganar. Todos avanzaron, excepto un niño pequeño que tropezó en el
asfalto, se cayó un par de veces y comenzó a llorar. Ocho competidores
escucharon el llanto del niño, entonces miraron hacia atrás y todos
dieron la vuelta. Una niña con el síndrome de Down se inclinó hasta el
niño caído, le dio un beso y le dijo: “esto te va a hacer sentir mejor”.
Luego, los nueve se abrazaron y caminaron juntos hasta la meta. Todas
las personas en el estadio permanecieron inmóviles y en silencio, y a
los pocos segundos comenzaron aplausos que duraron varios minutos.
¡Qué tremendo ejemplo de solidaridad! Lo que importa no es tanto que
lleguemos a la meta, sino que por la gracia de Dios podamos traer a
otros con nosotros.
Tercer secreto: El gozo
El tercer secreto de los que se preparan para la segunda venida de
Jesús es su gozo en el Señor. “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez
digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). La Palabra de Dios nos da permiso
para gozarnos en el Señor. Diviértase en el Señor. Gócese en el Señor.
Deléitese en el Señor. Cuando usted acepta a Jesús, tiene la clave de la
felicidad. Tiene a Jesús y tiene una esperanza que otra gente no tiene.
¿Cómo puede uno ser feliz sin beber licor, sin usar drogas o sin
hacer nada indebido? El secreto está en que la esperanza del regreso de
Jesús trae gozo al corazón. Por eso, si usted tiene la bendición de la
esperanza de la segunda venida de Jesús, sonría en medio de los
problemas. Sonríale al sufrimiento. Sonría cuando todo parece que va de
mal en peor. Simplemente, sonría. Regocíjese en el Señor.
Cuarto secreto: La amabilidad
El cuarto secreto es la amabilidad. “Vuestra gentileza sea conocida
de todos los hombres, el Señor está cerca” (Filipenses 4:5). Si yo
preguntara, ¿era Jesús gentil? Ciertamente la respuesta sería sí. Gentil
significa ser amable. La palabra griega que se traduce por “gentileza”
significa “rendir, ceder el paso”.
Una persona puede ser muy religiosa, pero si no es amable con los
demás su religión le sirve de poco. A menudo llega a ser una piedra de
tropiezo para quienes la observan. Una conocida autora escribió: “El
argumento más poderoso en favor del evangelio es un cristiano amante y
amable”.* Sólo aquellos que se consagran diariamente al Señor podrán ser amables como él.
Quinto secreto: La oración
Finalmente, quienes esperan a Jesús aprenden a convertir sus
preocupaciones en oraciones. Pablo nos dice: “Por nada estéis afanosos
[ansiosos], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). La
ansiedad y la oración son incompatibles. Dios quiere que presentemos
nuestros problemas e inquietudes a él en oración y con acción de
gracias. Entonces tendremos paz. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús” (Filipenses 4:6).
¿Por qué estas exhortaciones? ¿Por qué debemos perseverar, buscar
unidad, regocijarnos en el Señor, ser amables con otros y orar? ¿Por
qué? Porque esperamos a Jesús. Y esta bendita esperanza trae consuelo
al alma abatida y nos da la certeza de un futuro mejor. Como dice San
Pablo: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).
Querido lector, ¿desea decirle al Señor junto conmigo, Señor, ayúdame a vivir como viven los que esperan tu venida?
Por Ramón Canals
*Elena G. de White, El ministerio de curación, p. 373.
El autor es evangelista y administrador de la Iglesia
Adventista en el noroeste de los Estados Unidos. Escribe desde Portland,
Oregon.
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miércoles, 2 de octubre de 2013
AGUARDANDO SU VENIDA
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