sábado, 27 de septiembre de 2014
CÓMO GUARDÓ JESÚS EL SÁBADO
por Alejandro Bullón | |
Ese hombre era ciego. Por más que intentase imaginar la forma y los
colores del mundo, en su mente sólo aparecían sombras difusas y vagas.
Era ciego. Había nacido ciego. Su vida era lúgubre y triste porque las
tinieblas poseían su alma. Hacía lo que podía para sobrevivir. Sentado
en alguna esquina de una calle extendía la mano a expensas de la
compasión ajena.
Pero aquel día todo sería diferente, porque Jesús apareció en su
vida. Y Jesús siempre hace la diferencia. Entre la luz y las tinieblas,
entre la desesperación y la esperanza, entre la tristeza y la alegría,
entre el vacío y la plenitud, entre la vida y la muerte, Jesús siempre
es la diferencia. Es una pena que al ser humano le cueste tanto
descubrir esta verdad.
El encuentro con Jesús tuvo un efecto extraordinario en la vida del
ciego. De repente sus ojos se abrieron y pudo ver los colores, el brillo
del sol, la belleza de la naturaleza y la sonrisa de los niños. Ese día
fue el más extraordinario y feliz en la vida de aquel hombre. Tuvo
ganas de cantar, de alabar a Dios y de celebrar. Sintió el deseo de
agradecer y adorar, porque su vida de oscuridad, tristeza y miseria
había llegado a su fin, y comenzaba a sentir súbitamente la dimensión de
una vida de luz y de alegría. Nunca olvidaría aquel día. “Aquel día era
sábado”, afirma el relato bíblico. Para ese hombre, el sábado siempre
sería un día para celebrar y agradecer a Dios, porque en ese día había
llegado la salvación a su vida.
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lunes, 8 de septiembre de 2014
LA RAZON DE LA DEMORA
por Ellen White
Postergada por misericordia.-
La larga noche de
tinieblas es penosa, pero la mañana es postergada por misericordia, porque si
el Señor viniera, muchos serían hallados desapercibidos. El deseo de Dios de
que su pueblo no perezca ha sido la razón de tan larga demora (2T:194. Año
1868).
La obra
podría haber sido terminada.-
Si el propósito de
Dios de dar al mundo el mensaje de misericordia hubiese sido llevado a cabo por
su pueblo. Cristo habría venido ya a la tierra, y los santos habrían recibido
su bienvenida en la ciudad de Dios (3JT:72. Año 1900).
Sé que si el pueblo
de Dios se hubiera mantenido en una relación viviente con él, si hubiera obedecido
su Palabra, estaría hoy en la
Canaán celestial (Boletín de la Asociación General,
30 de Marzo de 1903)
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