por Miguel A. Valdivia | |
El libre albedrío es uno de los conceptos más poderosos de las
Escrituras. Se lo enseña desde el relato del Edén y el árbol del bien y
el mal hasta la invitación final a recobrar la vida eterna. El ser
humano puede ejercer su voluntad para escoger a Dios y sus caminos.
También puede escoger el rechazo de Dios y de una vida de bien. Dios no
nos obliga a seguirlo o adorarlo. Dios no desea la devoción de máquinas o
zombies, sino de seres libres, capaces de amarlo porque así lo desean.
Por cuanto la decisión de afiliarnos con Dios ocurre en el sagrado
recinto de la mente, no hay obstáculos que puedan impedirla. Cada
persona, no importa cuál sea su condición o sus circunstancias, puede
aceptar la invitación de Dios.
Su llamado resuena a través de las
edades:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra
vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y
la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia” (Deuteronomio 30:19).
“Someteos a Jehová, y venid a su santuario” (2 Crónicas 30:8).
“Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26).
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados
fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren
rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen
dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio,
vino y leche” (Isaías 55:1).
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (S. Mateo 11:28). Este llamado específico de Jesús asocia la
relación con él con la bendición del descanso, tema tratado en varios
artículos de este número (ver páginas 3, 4, 6-10, 12, 13). Todas estas
invitaciones se resumen en el deseo de Dios de reestablecer la relación
estrecha entre él y los seres humanos que existía en el Edén. Son las
apelaciones de un Dios amante que desea una respuesta libre y voluntaria
de parte de sus criaturas.
Acerca del efecto de esta respuesta humana a la invitación divina,
una conocida escritora cristiana escribió: “Por medio del debido
ejercicio de la voluntad, puede obrarse un cambio completo en vuestra
vida. Al dar vuestra voluntad a Cristo, os unís con el poder que está
sobre todo principado y potestad” * (El camino a Cristo, p. 34).
El último libro de la Biblia concluye con una poderosa invitación de
Dios a escoger el mejor camino. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y
el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome
del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). El creyente
tiene la oportunidad de aceptar el ofrecimiento de la salvación eterna,
representada por el acceso al agua de vida. El tono es de aceptación y
afecto. Este es el destino que Dios nos ha deparado. Si lo deseamos, es
nuestro.
* Elena G. de White, El camino a Cristo, p. 34. Tomado de El Centinela® de Octubre 2005 |
sábado, 27 de septiembre de 2014
LIBRES PARA ESCOGER
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
POR FAVOR DEJANOS TUS COMENTARIOS...SON DE GRAN IMPORTANCIA..