Muchos
cristianos sinceros estan firmemente convecidos de que Cristo abolió la
ley y por lo tanto, no es necesario guardar los mandamientos y apenas
si le prestan atención al Antiguo Testamento, ya que, afirman que dejo
de tener vigencia con la muerte de Jesus.
En cierto aspecto tienen razón: hay una ley que fue clavada en la cruz del calvario y abolida (Efesios 2:15) pero, al mismo tiempo, Jesús declaró: "No he venido para abrogar la ley o los profetas, no he venido para abrogar sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se halla cumplido" (Mateo 5:17-18).
¿Cómo comprender esta aparente contradicción?
En
vez de sacar conclusiones apresuradas basándonos en un solo pasaje,
debemos escudriñar toda la Palabra que Dios nos dió. Un cuidadoso
estudio nos revela que existen dos leyes que le fueron dadas a Moisés en
el desierto: la ley ceremonial y la ley moral. La primera, la ley de
las ordenanzas y ritos, de los sacrificios y dias de fiestas, los cuales
eran solo la "sombra de lo que estaba por venir".Todos estos
sacrificios ceremoniales apuntaban al sacrificio de Cristo en la cruz,
por lo cual, cuando el expiró, el velo que ocultaba el lugar santísimo
se rasgó, indicando asi que todas esas ceremonias ya no tenían sentido;
en ese momento fue abolida "la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas" (Efesios 2:15).
Esta
ley habia sido escrita por Moisés en un libro (2Cronicas 35:12) y
colocada al lado del arca del pacto en el tabernáculo del desierto
(Deuteronomio 31:24-26); pero habia otra ley escrita por el dedo de
Dios, en tablas de piedra (Exodo 31:18) y fue colocada dentro del arca
del pacto (Exodo 40:20) Esa ley es perfecta (Salmo 19:7) por lo tanto no
necesita ser modificada ni abolida. A esa ley se refirió Jesus cuando
dijo que ni una jota ni una tilde pasarían de ella mientras existiesen
el cielo y la tierra.
Por lo tanto, a la luz de las Escrituras, queda demostrado que los mandamientos de Dios no fueron abolidos sino que siguen tan vigentes hoy como el día que fueron dados a Moises.
Jesús vivió de acuerdo a ellos y nos dejó ejemplo "para que sigamos sus pisadas" (1 Pedro 2:21) y él fue quién dijo: "Si me amais, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15).
La obediencia a los mandamientos de Dios es una cuestión de elección, pero los resultados de esa elección son eternos:
"He aquí yo pongo delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición si oyereis los mandamientos de Jehova vuestro Dios que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehova vuestro Dios" (Deuteronomio 11:26-28)
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