Jesús es el vínculo indispensable entre las profecías apocalípticas del Antiguo Testamento y las del Nuevo.
Como
estudiante de Daniel que era, Jesús nos proveyó información que aclara
el contenido y cumplimiento de las profecías de Daniel y reafirma su
validez para la iglesia cristiana.
Las profecías
apocalípticas cristianas están firmemente establecidas en las enseñanzas
de Jesús a sus discípulos y por medio de ellos a la iglesia.
En este artículo estudiaremos una de las mayores revelaciones de Jesús a sus discípulos.
Siguiendo
el patrón profético de Daniel, Jesús comenzó sus sermones con lo que
iba a ocurrir a partir del tiempo de su ministerio hasta el momento de
su retorno en gloria para establecer el reino eterno de Dios sobre la
tierra.
No inició con el imperio babilónico sino
con el romano -el cuarto reino de Daniel, que entonces gobernaba- y
concluyó con el quinto reino de Daniel: el reino de Dios.
El sermón de Jesús tiene un propósito básico:
exhortar a la iglesia a ser fiel y a velar al enfrentar y experimentar
los amenazadores eventos históricos que precederán al glorioso regreso
de Jesús desde el cielo. Este sermón intenta desanimar la agitación
prematura respecto al tiempo del segundo advenimiento al listar una
serie de eventos y señales que lo precederán. Aunque el sermón de Jesús
no pone en duda la certidumbre del evento en sí, indica de manera
implícita que el tiempo será mayor que el que algunos pueden pensar. Sin
embargo, todo es parte del plan de Dios.