Jesús es el vínculo indispensable entre las profecías apocalípticas del Antiguo Testamento y las del Nuevo.
Como
estudiante de Daniel que era, Jesús nos proveyó información que aclara
el contenido y cumplimiento de las profecías de Daniel y reafirma su
validez para la iglesia cristiana.
Las profecías
apocalípticas cristianas están firmemente establecidas en las enseñanzas
de Jesús a sus discípulos y por medio de ellos a la iglesia.
En este artículo estudiaremos una de las mayores revelaciones de Jesús a sus discípulos.
Siguiendo
el patrón profético de Daniel, Jesús comenzó sus sermones con lo que
iba a ocurrir a partir del tiempo de su ministerio hasta el momento de
su retorno en gloria para establecer el reino eterno de Dios sobre la
tierra.
No inició con el imperio babilónico sino
con el romano -el cuarto reino de Daniel, que entonces gobernaba- y
concluyó con el quinto reino de Daniel: el reino de Dios.
El sermón de Jesús tiene un propósito básico:
exhortar a la iglesia a ser fiel y a velar al enfrentar y experimentar
los amenazadores eventos históricos que precederán al glorioso regreso
de Jesús desde el cielo. Este sermón intenta desanimar la agitación
prematura respecto al tiempo del segundo advenimiento al listar una
serie de eventos y señales que lo precederán. Aunque el sermón de Jesús
no pone en duda la certidumbre del evento en sí, indica de manera
implícita que el tiempo será mayor que el que algunos pueden pensar. Sin
embargo, todo es parte del plan de Dios.
Preguntas y respuestas
Jesús
se estaba retirando del área del templo, en dirección al monte de los
Olivos, cuando los discípulos hicieron algunos comentarios referentes a
esa casa de adoración. En respuesta, Jesús profetizó la destrucción
total del templo.
Esto perturbó a los discípulos. Tan pronto como
llegaron al monte, en una conversación más privada, le hicieron varias
preguntas. La primera: "¿Cuándo serán estas cosas [la destrucción del templo]?" La segunda: "¿Qué señal habrá de tu venida?" Y finalmente: "¿Y [cuál será la señal] del fin del mundo?" (Mat. 24:3).
Ellos
no cuestionaron la veracidad de la profecía, sino que se interesaron en
el elemento tiempo, quizá porque identificaban inmediatamente la
destrucción de Jerusalén con el momento cuando Dios establecería su
reino sobre la tierra.
Jesús comienza su exposición donde
ellos están a fin de iluminarlos acerca del futuro de la iglesia. Al
hablar de la caída de Jerusalén, la ruina de la ciudad se convirtió en
un "símbolo de la ruina final que abrumará al mundo". (El discurso
maestro de Jesucristo, pág.99)
Las tres preguntas hechas
por los discípulos forman la estructura básica del sermón apocalíptico
de Jesús. Luego el sermón concluye con una exhortación a estar listos y
velar. Examinemos cada una de las preguntas.
"¿Qué señal habrá... del fin del siglo?"
Esta parte de la segunda pregunta que hicieron los discípulos, Jesús la contestó primero en su sermón (Mat. 24:4-14).
La
palabra clave en ella es "fin", y Jesús la usa varias veces al
responder la pregunta (vers. 6, 13, 14). En su respuesta Jesús los
alerta acerca del temor y de los engaños peligrosos que podían minar su
fe. En ese proceso les provee información que podía protegerlos. Jesús
habla del engaño religioso en la forma de individuos que pretenden ser
el Cristo/Mesías (vers. 4), y del trastorno social en forma de guerras
que podría, por otro lado, hacerlos creer que él había entregado el
mundo al mal. Estos elementos, junto con las hambres y los terremotos,
continuarían en el mundo hasta el mismo fin.
Ninguno de ellos es en sí mismo la señal del fin. Ellos simplemente señalan que "aún no es el fin" (vers. 6).
Durante
el tiempo de espera los discípulos serán perseguidos, muertos y
rechazados por muchos (vers. 9). Pero más allá de eso la iglesia misma
luchará con serios conflictos internos. Muchos abandonarán su
fe, otros traicionarán a sus hermanos creyentes o los engañarán a través
de profecías falsas, y otros más se descorazonarán debido al aumento
del mal en el mundo (vers. 10-12). En medio de esa tenebrosa situación
Jesús exhortó a la iglesia: "Mas el que perseverare hasta el fin, éste
será salvo" (vers. 13).
El resultado final del conflicto está predeterminado y sólo quienes resistan participarán en él.
Jesús todavía no ha respondido su pregunta sobre la "señal del fin" (note que está en singular). Luego el versículo 14 declara explícitamente: "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin".
El
cumplimiento universal de la comisión evangélica nos introducirá en el
fin (Mat. 28:18-20). "El fin de la época actual, respecto a lo cual
preguntan los discípulos en el versículo 3, no puede venir
inmediatamente sino que debe ser precedido por un período de
evangelización universal." (Donald A. Flagner, Matthew 14-28 (Dallas:
Word, 1995), pág. 696 ). El fin de Jerusalén sería un cumplimiento
parcial del fin de la era del pecado.
"¿Cuándo serán estas cosas?"
Ahora
Jesús contesta la primera pregunta de los discípulos, que tenía que ver
con la destrucción del templo (Mat. 24:15-20). El versículo 15
introduce su respuesta: "Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora... entonces los que estén en Judea, huyan a los montes" [vers. 15, 16].
La frase "la abominación desoladora" es una cita de Daniel, donde aparece tres veces (Dan. 9:27; 11:3 1; 12:11).
El
mejor paralelo es Daniel 9:27, porque, al igual que en Mateo, el
contexto trata de la destrucción de la ciudad de Jerusalén y del templo
por la Roma pagana. La "abominación" se refiere a aquello que ofende a
Dios, ética y religiosamente, y causa desolación o destrucción entre el
pueblo de Dios. La Escritura emplea frecuentemente este término al
referirse a las prácticas idólatras que el Señor considera detestables
(e.g., Isa. 66:3; Jer. 7:30). Pero en algunos casos también se refiere a
quienes las llevan a cabo; como en Oseas 9:10, donde Israel se hizo
abominable al practicar actos de ese tipo.
La destrucción
del templo ocurriría cuando los ejércitos romanos rodearan la ciudad,
haciendo inminente su caída. Ese ejército pagano es la abominación que
causa desolación, y su llegada indicará claramente que la destrucción
del templo está por ocurrir. Lucas es más explícito: "Pero cuando
viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su
destrucción ha llegado" (Luc. 21:20). Lucas creía que tal evento era un
cumplimiento de la profecía (vers. 22), y Mateo aclara que esa era la
profecía dada por Daniel.
Conocer cuándo sería la
destrucción del templo era importante para la iglesia temprana, porque,
de acuerdo con Jesús, sus seguidores tendrían tiempo para abandonar la
ciudad, evitando así las luchas y el sufrimiento que generalmente
acompañan a un sitio.
El consejo de Cristo fue que
quienes se hallaran fuera de la ciudad no regresaran a ella sino que
buscaran lugares de refugio en las montañas. Nadie debía preocuparse por
sus pertenencias personales. Todo lo que se hallara dentro de la ciudad
debía abandonarse. Diversas circunstancias podrían dificultar la huida a
los creyentes. Jesús mencionó particularmente el problema de las
mujeres embarazadas o madres criando. Él quería que supieran que estaba
pensando en ellas y que se preocupaba por su bienestar.
Jesús
también mencionó el invierno y el sábado y les sugirió a los discípulos
que oraran para que su huida fuera en una estación propicia y en un día
común. Durante el invierno Palestina puede tornarse bastante
fría durante la noche y los caminos se tornan lodosos, dificultando los
viajes. Una huida durante el sábado haría casi imposible su observancia.
Cuando
Jesús sugiere a los discípulos que oren al respecto, su consejo
claramente implica que él esperaba que la iglesia siguiera observando el
sábado 40 años después de su muerte y resurrección. ¡Él no planeaba
abolir el mandamiento del sábado! Su comentario muestra su interés en el
bienestar personal y espiritual de los creyentes durante la caída de
Jerusalén.
La respuesta de Jesús a la primera pregunta de
los discípulos fue breve y al punto: la presencia de los ejércitos
romanos significaría que la caída de la ciudad y del templo había
llegado. Cristo no describe la destrucción del templo ni las condiciones
terribles que imperarían dentro de la ciudad durante el sitio. Su
interés principal se centra en la experiencia de sus seguidores y les da
palabras de ánimo, simpatía e interés.
"¿Qué señal habrá de tu venida?"
Jesús
respondió esta parte de la segunda pregunta al final, porque era la más
importante. En, cierto sentido es paralela a la segunda cláusula,
acerca del Fin del siglo, porque ambas nos llevan más allá de la
destrucción del templo hasta el mismo Fin del mundo.
Él
separó las contestaciones a estas dos preguntas colocando su respuesta
acerca del templo en medio de ellas. Así que el sermón termina con un
desarrollo de lo que dijo Jesús en Mateo 24:4-14 seguido por una
exhortación.
El examen de la mayoría de las traducciones
bíblicas da la impresión de que el versículo 21 es una continuación de
la discusión previa acerca de la caída de Jerusalén. Sin embargo, eso no
es necesariamente así. Primero, el lenguaje cambia de lo regional
-Jerusalén- a lo universal. La aflicción o angustia es de tal naturaleza
que amenaza a todos, dificultando la supervivencia. Segundo, Jesús ya
no está discutiendo el destino de los judíos sino el de los "escogidos",
quienes parecen estar en peligro.
El peligro parece no involucrar
la caída de la ciudad, porque él ya les ha dicho cómo evitar esa
amenaza. Tercero, la frase introductoria "porque... entonces..." no
significa que lo siguiente ocurrirá junto con la invasión de la ciudad.
"Entonces" sirve para introducir lo que sigue en tiempo [ El término
griego tote ("entonces") puede designar un tiempo futuro, introduciendo
eventos que entonces ocurrirán. El término "por" (Gr. gat,) a veces
señala una nueva oración y puede traducirse "y, entonces", o puede
dejarse sin traducir. ], es decir, el siguiente evento
importante después de la caída de Jerusalén, y se refiere a la
experiencia de la iglesia y no a lo que les ocurrió a los judíos en
Jerusalén. Jesús pasa de la caída de la ciudad a la aflicción de sus
seguidores. De esta forma introduce su respuesta a la segunda pregunta
hecha por los discípulos.
De Roma pagana y su
ataque contra el templo y la ciudad de Jerusalén Jesús nos lleva a la
obra de la Roma eclesiástica después del colapso del Imperio Romano
predicho en Daniel 7:25.
Pero su interés principal es la pregunta hecha por los discípulos acerca de su segunda venida. Él
describe la tribulación predicha en términos de su intensidad: "cual no
la ha habido desde el principio del mundo"; y su duración: "si aquellos
días no fuesen acortados" (Mat. 24:21, 22).
Consideraremos
primero el elemento tiempo. El verbo traducido "acortados" ( koloboo)
significa "mutilar". Dios tuvo que intervenir y "mutilar" el tiempo de
opresión, haciéndolo "más corto de lo que habría sido normalmente en
términos del propósito y poder de los opresores" ( Gerhard Delling.
"Koloboo", en Gerhard Kittel, ed., Theological Dictionary of the New
Testament (Grand Rapids: Eerdinans, 1965), tomo 3, págs. 823, 824). Dios
ya ha prefijado la duración de la opresión, acortando ("mutilando") las
intenciones de su enemigo. Daniel define ese período corno los 1260
años (Dan. 7:25).
La intensidad de la opresión es tan grande que amenaza aún la misma supervivencia de los elegidos.
El lenguaje usado para describirla es un eco de Daniel 12:1, 2, pero no deberíamos identificar una tribulación con la otra. "La
tribulación de los 1260 días/años fue la mayor de la historia en el
sentido de que continuó por siglos, y de vez en cuando produjo un
elevado porcentaje de mortandad" (C. Mervyn MaxweIl, God Cares,
tomo 2, pág. 35). Algunas de las señales específicas que seguirán a la
tribulación son el surgimiento de falsos mesías y la segunda venida. La
tribulación mencionada en Daniel 12:1, 2 también es singular, pero según
el contexto "ocurrirá en conexión con la resurrección en la
segunda venida. Ocurrirá después que la corte del juicio descrita en
Daniel 7:9-14 haya terminado de examinar los libros. Infundirá terror
únicamente a los malos. El pueblo de Dios será librado de ella, 'todos
los que se hallen escritos en el libro". Id., pág. 34
De
acuerdo con Jesús, después de la opresión los poderes malignos
intentarán engañar incluso a los escogidos (Mat. 24:23, 24). El engaño
produce un "hijo del hombre" falso que aparecerá en diferentes partes el mundo afirmando ser el Cristo.
Individuos autoproclamándose como profetas apoyarán las diferentes manifestaciones.
Junto con el falso cristo, "harán grandes señales y prodigios"
(vers. 24). Este engaño es tan poderoso que Jesús lo profetizó a fin de
proteger a sus seguidores. Pero hizo más que eso. Él describió la forma
de su regreso a la tierra. En contraste con las manifestaciones locales
del falso cristo, el Cristo verdadero llenará el planeta con la gloria
de su persona al regresar en las nubes del cielo: "Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre" (vers. 27). El impacto universal de su presencia contrasta con la manifestación regional limitada de los falsos cristos.
Luego
Jesús regresa al período que sigue inmediatamente a la tribulación y
que precede a la segunda venida (vers. 29). Él asocia el fin de la
tribulación con varias señales cósmicas: el oscurecimiento del sol y de
la luna, la caída de las estrellas y la conmoción de las potencias de
los cielos. Siendo que ya hemos mostrado que el período profético de los
1260 años terminó en 1798, las señales tuvieron que ocurrir alrededor
de esa fecha. Ciertamente es impresionante notar que toda una serie de
importantes eventos proféticos ocurrió entre 1755 y 1844. Véase William
Shea, "Cosmic Signs Through History", Ministry (febrero de 1999)
El siguiente cuadro ilustra el punto:
Evento / Año
Evento / Año
- El gran terremoto de Lisboa / 1755
- El día oscuro (sol y luna) / 1780
- Fin del periodo profético de los 1260 años / 1789
- La caída de estrellas /1833 Comienzo del juicio en el cielo / 1844
Tal
conjunto de eventos no fue el resultado de la pura coincidencia sino de
la intervención de Dios en la historia, llamando nuestra atención al
hecho de que los importantes eventos proféticos que estaban ocurriendo
nos acercarían al regreso de nuestro Señor. Una de las señales que Jesús
mencionó, todavía espera su cumplimiento: la conmoción de los cuerpos
celestes. Un poderoso terremoto que removerá a cada montaña e isla de su
lugar (Apoc. 6:14) acompañará a la conmoción, y ocurrirá en el mismo
momento de la venida del Señor.
Algunos interpretan Apocalipsis
6:12-14 como un pasaje que describe eventos futuros que ocurrirán en
ocasión del regreso de Cristo (e.g., Hans K. LaRondelle, Las profecías
del fin [Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1991, págs.
145-148). Ellos sostienen que el gran terremoto del versículo 12 es el
mismo evento mencionado en el versículo 14. Es cierto que los versículos
están estructurados formando un paralelismo invertido:
terremoto sol, luna, estrellas cielo montañas e islas
Pero
eso no significa que el segundo grupo de paralelismos se refiere
exactamente a los mismos eventos. Por ejemplo, el oscurecimiento del sol
y de la luna y la caída de las estrellas no es lo mismo que "el cielo
se desvaneció como un pergamino que se enrolla". Sí, ambos tratan de
cuerpos celestes, pero no describen el mismo evento. El paralelismo es
sintético o progresivo. De hecho, la lista no sólo es progresiva,
también muestra una intensificación de la naturaleza y resultados de los
eventos. El pasaje menciona al terremoto (1755), el oscurecimiento del
sol y de la luna y la caída de las estrellas en el mismo orden en que se
cumplieron en la historia.
El versículo 14 es paralelo a la frase
las potencias de los cielos serán conmovidas" de Mateo 24:29. Pero
ahora Apocalipsis 6:14 nos informa que en ese tiempo no sólo los cuerpos
celestes serán conmovidos, sino que la tierra misma temblará de una
forma particular. Es esta conmoción cósmica -que afecta a los cuerpos
celeste y a la tierra- la que ocurrirá al momento de la venida del
Señor.
Hasta ahora Jesús ha descrito los peligros que
enfrentará la iglesia al momento de su venida así como también algunos
eventos específicos que ocurrirán. Dichos eventos ayudarían a la iglesia
a saber dónde se encontraba en el camino de la profecía hacia el
regreso de Cristo.
Ahora Jesús estaba listo para contestar la pregunta de los discípulos: "¿Qué señal habrá de tu venida?"
Note nuevamente que los discípulos usaron el término singular "señal". Y Jesús les dio una respuesta específica: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el Cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra"
(Mat. 24:30). Los intérpretes de la Biblia han especulado sobre la
naturaleza de esta señal particular, pero no han llegado a un consenso
acerca de su significado.
Algunos creen que se refiere a la cruz;
otros, al Hijo del Hombre mismo. Esta última opción puede ser la más
cercana a la verdad. Elena de White identifica la señal del Hijo del
Hombre como la nube en la que Cristo regresa y que a la distancia se ve
negra y pequeña. "Pronto aparece en el este una pequeña nube
negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que
envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad.
El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre" (El Conflicto de los siglos, pág.698).
Cristo
describe su venida en gloria con un vívido lenguaje lleno de emoción,
sonido y acción. Escuchamos el estruendo de la trompeta y somos testigos
del rápido desplazamiento de los ángeles de un lado del cielo al otro
para juntar a los redimidos. Pero notamos también el gemido y lamento
del resto de la humanidad que se halla del otro lado del conflicto
espiritual, temerosa de Aquel cuya naturaleza es amor. Ellos no pueden
resistir la intensidad de su amor.
Preparados
El
sermón de Jesús se extiende hasta Mateo 25, dándonos un total de 96
versículos, de los cuales él usó solamente 31 para responder las
preguntas de los discípulos. Alrededor de 2/3 del sermón enfatizan
nuestra necesidad de estar listos para encontrar al Señor y para esperar
su venida. El tiempo entre la ascensión de Jesús y su regreso estaría
lleno de expectación (Mat. 24:32-25:13) y del cumplimiento de la misión
que Jesús le encomendó a la iglesia (Mat. 25:14-46).
Nuestro
estudio de las profecías apocalípticas debiera estimularnos a caminar
cerca del Señor y a compartir nuestra esperanza con otros. Es
compartiéndola como la recordamos. Debemos vivir en constante y gozosa
expectación, sabiendo que Aquel que murió en la cruz por nosotros pronto
regresará a establecer una relación visible y permanente con sus hijos.
El sermón apocalíptico de Jesús y su cumplimiento dentro de la historia
de la iglesia cristiana debiera reafirmar nuestra convicción de que lo
que aún queda sin cumplirse pronto se cumplirá.
Autor: Angel Manuel Rodriguez. (Doctorado en teología (ThD) Andrews University.)
TOMADO DE:
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