Falsas esperanzas
Desde el momento de la ascensión de Jesús, los ojos de los fieles de
todas las generaciones han estado mirando con esperanza hacia el cielo,
anticipando el cumplimiento de su promesa: “Vendré otra vez” (S. Juan
14:3). Pero, ¿sabrá alguien cuándo vendrá Jesús? La respuesta de la
Biblia no deja espacio para la especulación. Jesús fue claro en este
tema cuando dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles
de los cielos…” (S. Mateo 24:36). Las palabras de Jesús son claras como
para que alguien se aventure a fijar una fecha para su venida.
Durante los últimos veintiún siglos ha habido incontables intentos
para identificar la fecha de la venida de Cristo o del fin del mundo.
Por ejemplo, en el primer siglo un hombre llamado Clemente aseguró que
Jesús regresaría en su tiempo. Por otra parte, recientemente se afirmó
que Jesús regresaría el 21 de mayo del 2011. No necesito decir que la
predicción falló; y como en todas las otras ocasiones, esta vez también
fue para muchos un amargo chasco.
¿Inminencia o certeza?
Para no caer en la práctica de la fechamanía en relación a
la venida de Jesús, es importante saber que las señales no fueron dadas
para indicar la inminencia del evento, sino para acentuar la certeza de
su venida con el propósito de fortalecer la fe del creyente. La
inminencia tiene relación con el tiempo, y la certeza con la seguridad
del cumplimiento de su promesa sin importar cuándo suceda.
Indicadores de su venida
Jesús enseñó que las señales más sobresalientes de su venida serían
identificadas en por lo menos tres lugares: en las naciones, en la
naturaleza y en el corazón humano.
En relación con las naciones, Jesús anticipó grandes conflictos
bélicos: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (S.
Lucas 21:10). Estas señales son innegables para el estudiante de la
Biblia. Lo invito a analizar las amenazas de guerra en el mundo de hoy y
podrá encontrar en ello un indicador de la venida de Jesús.
En cuanto a las señales en el mundo natural, es impresionante el
momento histórico y la secuencia de los acontecimientos que Jesús
anticipó: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días,
el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas
caerán del cielo…” (S. Mateo 24:29).
El Maestro se estaba refiriendo a la tribulación por la cual pasaría
su iglesia fiel durante la Edad Media. En Apocalipsis se define que la
extensión de tiempo de esta tribulación sería “mil doscientos sesenta
días” (Apocalipsis 12:6); en otra equivalencia se habla de “cuarenta y
dos meses” (Apocalipsis 13:5). Si, de acuerdo al criterio bíblico de
contar día por año, multiplicamos 42 meses por 30 días de cada mes,
tenemos los 1.260 días o años proféticos. Este período se extendió desde
el colapso de Roma en el 538 d.C. hasta 1798 d.C. La historia comprueba
que durante este tiempo millones de cristianos fueron perseguidos y
martirizados por causa de su fe. Pero Jesús dijo que después de
concluido el tiempo de esta tribulación, habría señales en el mundo
natural.
El cumplimiento fue asombroso: El 1° de noviembre de 1755 ocurrió el
terremoto de Lisboa; el 19 de mayo de 1780 el sol se oscureció y la luna
no dio su resplandor; y el 13 de noviembre de 1833, las estrellas
cayeron del cielo. “Todos estos eventos han quedado sin explicación
científica”.1
En una nota aclaratoria recordamos que Cristo anticipó que “por causa
de los escogidos, aquellos días serán acortados” (S. Mateo 24:22). En
cumplimiento de esto, muchos historiadores concuerdan que el fuego de la
persecución empezó a apagarse en varios puntos de Europa años antes de
lo previsto. Mervyn Maxwell afirma que “las persecuciones católicas
virtualmente cesaron en Europa a mediados del siglo XVIII. El último
“hereje” martirizado en Francia, un pastor de la Iglesia Reformada,
murió en 1762”.2
Por el hecho que estos eventos sucedieron en el tiempo histórico y en
el orden anticipado por Jesús, dejan de ser eventos naturales comunes y
se convierten en indicadores innegables que Jesús cumplirá la promesa
de su venida.
Finalmente, las señales en el corazón humano hablan en voz alta.
Jesús predijo un paralelismo en la escala de valores y la moralidad
entre la gente del tiempo del fin y la de Sodoma y Gomorra (S. Lucas
17:28-30). El apóstol Pablo anticipó una sociedad con características
similares (2 Timoteo 3:1-5). En San Mateo 24:12, Jesús reafirmó lo
anterior cuando dijo: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de
muchos se enfriará”. En este versículo se usa para maldad la palabra
original “anomía”, que implica falta de conformidad con la ley,
iniquidad o impiedad. Esto explica por qué hoy en día se justifican los
placeres inmorales en nombre de la libertad y la tolerancia.
La buena noticia es que los indicadores del regreso de Jesús son
evidentes. Deseo invitarlo a creer en la promesa de la venida de Cristo
para que pueda vivir con esperanza en medio de un mundo de dolor,
tragedia, violencia y colapsos financieros. Si su pregunta es, ¿ya
llegamos?, la Biblia le responde: Pronto estaremos en nuestro hogar
celestial.
El autor es conferenciante internacional y escribe desde San Diego, California.
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